Han pasado ya unos años desde aquellos primeros atentados terroristas de 2001 en occidente y en el recién comenzado siglo XXI, después vino Madrid en 2004 y tantos otros hasta el momento actual, en el corazón de Europa.
Cuando hace un par de días leí por internet, que el señor Papandreu se estaba planteando convocar un referéndum para preguntar a la población si aceptaban o no el plan de rescate de Europa, pensé que no tardarían todos los medios convencionales en empezar a criminalizar a Grecia como la insolidaria, derrochadora, traidora y demás descalificaciones. De hecho los líderes europeos ya lo hacen, y los medios de comunicación también se han apuntado al carro y sueltan el mismo rollo sin ni siquiera analizar la situación.
Volvemos a estar con Grecia como hace un tiempo estuvimos con los controladores aéreos en huelga. Se les tachó de insolidarios como mínimo, y todo por lo mismo, porque se tiende a creer la bazofia que sueltan en los medios convencionales, porque si ellos lo dicen es que así será, “no nos va a engañar”, porque en la era de la información hay poco espíritu crítico, y menos sentido común.
Las revoluciones son cosa de todos, de hombres y de mujeres. Lejos de los estereotipos que a veces quieren vendernos desde los medios de comunicación dominantes, ellas también estuvieron ahí.
Me refiero a esos levantamientos que se están dando en Túnez y Egipto. Nos están mostrando que la revolución social es posible, que ya está bien de jugar con el pueblo. Y aunque los medios de comunicación convencionales muestren imágenes de saqueos, caos, destrucción, hay otra cara que no quieren que se vea en la televisión pero que está ahí.
La revolución social está en la calle y está en la red, en intercambio de información real se está dando, y aunque intenten cortar internet, incluso la cobertura móvil, la información es imparable.
Debe haber gente realmente poderosa cagada de miedo, intentando controlar lo incontrolable, intentando la manipulación y la censura sin lograrlo.